Les dije a los amigos de Yamaha que quería hacer algo especial con su rueda alta, no una prueba al uso. Quería que la X-Enter se convirtiera en mi compañera diaria durante dos meses y someterla al castigo real del día a día de verdad en la gran ciudad. Aceptaron el reto. Hoy se ha cumplido el plazo y se la he devuelto a Yamaha. Pero ya la echo de menos... ¡¡¡Hasta pronto, compañera!!!

Y eso exactamente es lo que le pedí al animoso equipo de Yamaha; que me dejara someter a su X-Enter al castigo real, diario, al que la ciudad somete a un scooter en un uso real. No me bastaba con una semana y una sesión de fotos. Quería que el X-Enter se convirtiera, durante dos meses, en mi vehículo de cada día. Sin contemplaciones. Usarlo para ir a trabajar, llevar al chaval al cole, salir de compras, cenar con los amigos, recoger encargos, ir al fútbol, acompañar a mi mujer, cargarlo de bolsas del súper y ponerse de los nevios en un atasco monstruoso.
Los amigos de Yamaha aceptaron sin dudar, confiados en su criatura: "Te va a encantar y te va a sorprender".

Más allá de ese cambio, la verdad es que con el X-Enter he podido hacer- en algunos momentos incluso mejor- todo lo que hacía con mi scooter particular de más cilindrada. Debía ser por eso que en Yamaha me dijeron que su scooter me iba a sorprender.
La primera característica positiva del X-Enter es su motor de 125. Sin duda uno de los más eficaces que he probado en su segmento. No se trata tanto de potencia como de que aprovecha cada caballo hasta el extremo de ir sobrado y con alegría con dos tipos como dos armarios y subiendo pòr la empinada calle Balmes dirección montaña. Obviamente la aceleración en esas circunstancias no es brillante -ni Yamaha puede hacer milagros- pero el X-Enter mantiene el ritmo sin ningún problema en cualquier circunstancia del tráfico.

Para que se hagan una idea de cómo lo he "castigado" -en el sentido de darle mucho uso, no de falta de cuidado- con el X-Enter un servidor -digamos que no soy un alfeñique- ha acompañado regularmente a su clase de música a su hijo (que mide ya casi 1'80), con su bajo colgado a la espalda y el "ampli" en la plataforma plana. He colgado de su gancho tres o cuatro bolsas de supermercado cada vez que mi mujer y yo lo hemos usado para ir a hacer la compra. Lo he cargado con una maleta enorme para ir al aeropuerto con motivo de un desplazamiento profesional... y todo eso empleándolo cada día para ir a trabajar a veinte kilómetros de la capital.
Al devolverlo, dos meses después, ni siquiera los neumáticos habían perdido algo de presión.
De vuelta a mi scooter, éste me parece ahora menos manejable y más pesadote. El X-Enter, por otra parte, me ha devuelto la convicción de que para un uso estrictamente urbano, un 125 es más que suficiente para todo tipo de usuarios. Pese a eso no renuncié a usarlo para desplazarme desde Barcelona hasta San Cugat -donde está la redacción de Motofan- por autopista y la Yamahita me sorprendió con unos más que apañados 110 por hora. Es cierto que los consumos aumentaban un poco pero seguían siendo perfectamente económicos ya que en ciudad es un mechero.
El motor, ya lo he dicho, destaca por bajos y medios. Se estira bien hasta instalarse en estos 100/110 de lo que ya casi no se mueve.

Respecto a los detalles ergonómicos y de equipamiento, también nota alta para un modelo que pese a la exigencia de un precio competitivo equipa un cuadro de instrumentos espectacular. Totalmente digital y con una visibilidad perfecta ofrece incluso termómetro exterior . Por lo que hace sus líneas,destaca la elegante parte delantera, con los faros con doble óptica de innegable aire de familia. La parte trasera, en cambio, parece algo menos sofisticada. Como si los diseñadores se hubieran centrado en la parte delantera olvidando la trasera. Este contraste se hace especialmente visible en el modelo estandar, sin top-case.

Su parte ciclo es excelente y tan ligero que no parece un 125. El motor es prodigioso y los acabados -asumiendo que los costes mandan en este segmento y no se pueden pedir duros a cuatro pesetas- más que brillantes. El cuadro de instrumentos es completísimo y equipa frenada combinada de serie. Los plásticos cumplen el estandar y la imagen -aunque mejorable en algunos detalles de la parte trasera del vehículo- es elegante y discreta.
Estamos, en resumen, ante un excelente rueda alta que debería ser muy tenido en cuenta como vehículo para cada día si se trata estrictamente de funcionalidad.
Los hay más tecnológicos, sin duda.
Y más de moda.
Claro que eso también suele tener otro precio.